Previo al cambio en las políticas económicas y agropecuarias, un productor que sembró soja en Córdoba debía obtener un rendimiento promedio de 26 quintales por hectárea en campo propio y 33 quintales en campo arrendado para poder cubrir sus costos directos, mientras que el rinde promedio de las últimas 5 campañas a nivel provincial se ubicó en 31 quintales. Bajo el nuevo contexto, el rendimiento de indiferencia de la oleaginosa disminuyó en promedio un 20%, por lo que ahora son necesarios 20 quintales por hectárea en campo propio y 28 quintales en campo arrendado. El umbral de indiferencia también ha disminuido un 35% en trigo y en maíz, situándose en rangos que son esperables desde el punto de vista agronómico. Pese a la disminución, aún existen situaciones en que los rendimientos de indiferencia son superiores a los potenciales promedio cuando se realiza un análisis por departamento.