El maíz puede transformarse en snacks, cereales para desayuno, proteína animal, leche, bebidas, ropa, papel, medicamentos, dentífricos, bioplásticos, almidón, fructuosa, cosméticos, huevos, gelatinas, y muchísimos productos más. Además, la producción de este cereal utiliza una gran cantidad de servicios (ingenieros agrónomos, almacenaje, fletes, logística portuaria y exportadora, por nombrar algunos) y requiere de un elevado nivel tecnológico: maquinaria agrícola, fertilizantes, fungicidas, herbicidas, insecticidas, semilla e investigación en biotecnología. Ahora bien, ¿qué implica un incremento en la transformación de maíz? El trabajo pretende responder esta pregunta mostrando una serie de indicadores para cuantificar el impacto y actuar como disparador para análisis futuros.